Opinión

21.Dic.2015 / 01:12 pm / Haga un comentario

Por: Eduardo Piñate R.

Han pasado dos semanas desde las elecciones parlamentarias del 6 de diciembre que resultaron, como ya hemos dicho en artículos anteriores, en una derrota contundente de las fuerzas de la Revolución Bolivariana y una victoria importante para la contrarrevolución imperialista.

En mi opinión, en las primeras de cambio, los dirigentes de los partidos de derecha y dirigentes empresariales como los presidentes de Fedecamaras, Consecomercio y la Cámara Inmobiliaria entre otros, sobreestimaron la significación de su victoria y se lanzaron a anunciar y/o solicitar la derogatoria de leyes revolucionarias y represalias contra los trabajadores, como si hubieran ganado la presidencia de la República y ya tuvieran toda la fuerza necesaria como para desmontar la obra de la revolución y restaurar la dominación neoliberal como es su propósito estratégico. Pasadas dos semanas han optado por el disimulo, por colocarse el disfraz de empresarios y políticos decentes y democráticos. Sin embargo, lo que han mostrado, como la agenda legislativa y la lista de interpelaciones que presentaron públicamente hace poco más de una semana, revelan el proyecto profundamente antidemocrático, antinacional y antipopular que pretenden instaurar en el país. En esto nadie debe llamarse a engaño, ellos van a intentar abrir en el país un período de restauración contrarrevolucionaria de carácter fascista y para ello deben destruir hasta los cimientos toda la obra de la revolución, incluidos los elementos simbólicos que nutren al chavismo, como el Cuartel de la Montaña. La amenaza de Chuo Torrealba de cerrar el Cuartel de la Montaña y sacar de ahí los restos del Comandante Chávez, no fue una bravuconada simplemente, ese es un requisito para consolidar el proyecto reaccionario del imperialismo en estas tierras.

En estas dos semanas las fuerzas sociales y políticas de la revolución desatamos un vendaval de discusiones, debates, críticas, autocríticas y movilizaciones populares, con las que desde la diversidad del pueblo venezolano y de sus expresiones organizativas, vamos construyendo en ese debate de pueblo en la calle; el plan, las propuestas para responder correctamente a la derrota. Al frente de todo este proceso se puso desde el mismo domingo 6 de diciembre el camarada Presidente Obrero Nicolás Maduro, como buen hijo y discípulo del Comandante Chávez.

En estas dos semanas hemos visto un chavismo vigoroso y en la calle, nada que ver con una fuerza derrotada y desmoralizada. El enemigo debe tomar nota de este dato, no sólo sobreestimaron el tamaño de su victoria –con todo lo importante que es-, también nos subestimaron a nosotros y a nuestra capacidad de recuperación.

Para las fuerzas políticas y sociales que conformamos el chavismo está planteado como imperativo salir de la situación de defensiva en la que estamos en este momento a través de la contraofensiva revolucionaria que ha planteado el presidente Maduro, para impedir la apertura de un período contrarrevolucionario y fascista en el país y abrir un nuevo período revolucionario.

El mismo 6 de diciembre en la noche, apenas minutos después de que la presidenta del CNE, Tibisay Lucena, leyera los resultados, el Presidente Obrero Nicolás Maduro al reconocer los resultados, planteó:

“…en Venezuela no ha triunfado la oposición, en Venezuela, circunstancialmente, el día de hoy ha triunfado una contrarrevolución en puertas y ya sabemos lo que es una contrarrevolución enfrentada a los pueblos cuando están haciendo su propia historia.”

Más adelante, en el mismo discurso, señaló:

“…no es tiempo de llorar, es tiempo de luchar, es tiempo de unir fuerzas sobre el gran patrimonio político que nos dejara el Comandante Chávez, de revisar con objetividad, de reinventarnos, de aceptar lo que esté mal y construir respuestas y soluciones a los problemas que tiene el pueblo.”

“…con nuestra lucha, con nuestra perseverancia, nuestra lealtad, abriremos nuevos caminos de victoria para una nueva mayoría revolucionaria, chavista y bolivariana que vaya reverdeciendo en las batallas de los años que están por venir.”

“Estamos listos para eso, para un reverdecer, para un renacimiento de la Revolución Bolivariana. Es tiempo de renacimiento desde las dificultades, con el método de Bolívar, con el método del comandante Chávez, desde las dificultades y las adversidades nos podemos crecer y ver el horizonte hacia adelante con mayor propiedad.” (Nicolás Maduro. Las citas son tomadas del tabloide publicado por el MINCI. Diciembre 2015. Pp. 4 y 11)

El debate que hemos desarrollado durante estas dos semanas debe concluir en la definición de tareas y planes que introduzcan en la práctica rectificaciones profundas a nuestras deficiencias, nuestras debilidades y a nuestros errores. Cierto es que la guerra económica, combinada con otras formas de guerra que el imperialismo lanzó contra nosotros los últimos cuatro años e intensificó en 2014 y 2015, fueron la causa principal de nuestra derrota, pero también es cierto que nuestras debilidades y falencias en muchos órdenes facilitaron la labor del enemigo, particularmente, la desmoralización de vastos sectores del pueblo que perdieron la confianza en la revolución y su liderazgo.

Hacer reverdecer la Revolución Bolivariana en una nueva fase de ofensiva revolucionaria, pasa por reconstruir la conexión amorosa de esa parte del pueblo y la revolución, con su vanguardia al frente.

Esto implica gran cantidad de tareas. En artículo publicado en estas mismas páginas la semana pasada (Algunas ideas para la contraofensiva revolucionaria) señalé algunas de ellas en los ámbitos de la construcción del Poder Popular, en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y demás partidos de la revolución, en el del gobierno revolucionario y en el que a mi juicio se convierte en el campo de batalla principal en este momento; la economía.

En marzo del 2012, el Comandante Supremo Hugo Chávez hizo la siguiente aseveración:

“Si no hiciéramos la Revolución Económica, para qué serviría la Revolución Política; terminaría siendo reversible. Hay que asegurar la irreversibilidad en lo político y en lo económico:” (Hugo Chávez. 24 de marzo de 2012)

Y es cierto, nosotros avanzamos en la revolución política y social en estos 17 años de revolución. Abatimos la pobreza y la pobreza extrema de manera importante, garantizamos un proceso de inclusión social sin precedentes en nuestra historia, tenemos los mejores indicadores sociales de la mayoría de los países de América latina y en algunos de ellos superamos a países de economías capitalistas desarrolladas. Democratizamos como nunca el poder político en el país, la refundación de la Patria es un proceso de continua democratización de la vida política en todos los niveles y en ese terreno, los consejos comunales y las comunas son de las concreciones más avanzadas que nos legó el Comandante Chávez. Ese camino debemos seguir transitándolo y profundizándolo. Pero no avanzamos igual en la revolución económica, en la transformación del modelo económico burgués y rentista que heredamos de la IV República. La constatación de esta realidad justifica la afirmación del Comandante Supremo en la introducción del Programa de la Patria (hoy Plan de la Patria) en el sentido que la formación económico-social en Venezuela es capitalista, que el socialismo está apenas dando sus primeros pasos entre nosotros.

No haber avanzado suficientemente en la revolución económica desde 1999 hasta hoy explica que la burguesía de este país, asociada al imperialismo, nos haya quitado la iniciativa con la guerra económica. En el terreno de la economía hay que avanzar con rapidez y en profundidad, golpeando las fuerzas –incluso la fuerza de la costumbre o la línea de menor resistencia, ambas de carácter profundamente conservador- que impiden trascender el modelo económico rentista petrolero que nos mantiene anclados en el capitalismo de Estado e impide nuestro avance hacia el socialismo bolivariano.

Tiene razón el presidente Nicolás Maduro cuando la propia noche del 6 de diciembre nos convocó a todas y a todos a la tarea central en esta etapa. Esa madrugada nos dijo:

“…la tarea central de nuestro país, queridos hermanos, hermanas, ineludible, es acelerar una profunda revolución económica productiva que cree nuevas bases y libere al país del chantaje de quienes la han sometido a una guerra económica…”

“Ha quedado en evidencia, la gran tarea de esta revolución es ir a lo económico, productivo, en todas las escalas, en la escala comunal, en la escala comunitaria, en la escala industrial, en la escala regional, subregional.” (Nicolás Maduro. Citas tomadas del tabloide publicado por el MINCI. Diciembre 2015. P.5)

A este respecto propuse la semana pasada en el artículo al que ya hice referencia:

“Derrotar la guerra económica en todas sus manifestaciones, particularmente en sus expresiones más irritantes para la población: desabastecimiento, acaparamiento, altos precios especulativos y las colas. Al mismo tiempo, avanzar en el modelo productivo socialista, golpeando a las fracciones de la burguesía que obstaculizan las medidas para ir concretando ese avance y al mismo tiempo dirigen y participan en la guerra económica. Esto implica fortalecer una fuerte área o zona de economía socialista, con relaciones de producción socialistas en sectores como la industria, la agroindustria, la agricultura, la construcción, la petroquímica y el turismo, entre otros, cuyo pivote o plataforma de arranque es la industria petrolera y dotadas de un modelo de gestión directa y democrática de la clase obrera en el proceso social del trabajo. Es una tarea de mediano y largo plazo que tenemos el deber de comenzar desde ya para pasar del capitalismo de Estado hacia el socialismo.”

Esta no es una tarea sólo del gobierno Bolivariano, es una tarea de todo el pueblo en la cual la clase obrera debe ponerse al frente y la organización popular desarrollar la economía productiva en los territorios comunales.

Avanzar en ese camino, en la actual coyuntura de brutal caída de los precios del petróleo, bloqueo financiero internacional y guerra económica, implica tomar medidas fiscales, monetarias, financieras y cambiarias, entre otras, que apuntalen el desarrollo de la economía productiva socialista (no de cualquier economía productiva) y por lo tanto, antagónicas a la ortodoxia neoliberal y a los valores capitalistas, bajo el principio guevarista de que no es posible construir el socialismo con las armas melladas del capitalismo. Es decir, estas medidas, al tiempo que favorecen el desarrollo de la economía productiva socialista, desarrollando fuerzas productivas en nuevas relaciones de producción solidarias y de cooperación, deben contribuir a recuperar y mantener la justa distribución de la riqueza que sostiene nuestra Constitución Bolivariana para garantizar la vida digna (el vivir viviendo, como decía el comandante Chávez) de todo nuestro pueblo.

En este terreno, igual que en todos los que tienen que ver con la revolución, hemos estado debatiendo los revolucionarios y las revolucionarias de este país estas dos semanas, en las organizaciones sociales, en las organizaciones del Poder Popular, en la clase obrera, en el campesinado y los pescadores, en la juventud y los estudiantes, en los partidos de la revolución y con mucha fuerza en nuestro partido, el PSUV. Creo que no hay espacio social o territorial en el que haya chavismo donde este debate no haya impactado.

No es una discusión estéril, es un debate cargado de futuro, fraterno, aunque no exento de vehemencia. Es un debate para potenciar nuestra acción revolucionaria, para profundizar la revolución, para consolidar en esta nueva fase la revolución Bolivariana, Socialista y Chavista, única manera de consolidar la paz.

Caracas, 20 de diciembre de 2015

Fuente: Página principal del Parido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)

 

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